14 abril 2021. Fedor Veselov interpreta a Scott Joplin, D. Llorens i Guillaumes, D.
Scarlatti y S. Prokófiev en un piano con el “Crazy Pedal” (que permite cambiar el timbre
del piano con solo pisarlo), este sonido nuevo y libre que a algunos nos recuerda lo que
realmente quiere decir “amar la música”.
Hablo con él unos días después. Cuando Sergey Gogolev le presentó la idea, le pareció
interesante. “Pero yo necesito tiempo para asumir las cosas”, dice. Estuvo pensando
bastante tiempo hasta que supo por fin lo que tocaría.
Fedor Veselov mostró talento para el piano desde muy joven, y a los quince años ya
fue galardonado en varios concursos nacionales e internacionales. Estudió en la
Academia Estatal de Música Fryderyk Chopin y en el Conservatorio Estatal Tchaikovsky
de Moscú. Ha ganado múltiples premios, ha participado en varios proyectos y tiene
varios conciertos grabados. Es experto tanto en piano individual como en música de
cámara. Ha tocado desde clásicos hasta pop-rock.
“Al principio, pensaba que sería como esta afinación típica de los pianos desafinados
de los Estados Unidos, o la que imitan los pianos eléctricos”, confiesa. Pero no es esto,
sino “algo más”. Este timbre permite sentir de otro modo, escuchar y encontrar otra
dimensión de la obra: “he descubierto otra profundidad”.
“Fedor me animó mucho en el proyecto desde el primer día en que vino a tocar con el
Crazy Piano Timbre en mi casa -me comenta Sergey-. Aunque la idea del pedal con la
posibilidad de obtener en el mismo piano los dos timbres acústicos surgió medio año
más tarde, yo pensaba precisamente en cómo iba a sonar si lo tocaba alguien tan
emocional como Fedor, con su pasión por la música y su capacidad de expresar
sentimientos tan variados a través de ella.”
Confiesa que inicialmente era bastante escéptico con la posibilidad de tocar música
clásica con el “Crazy Piano Timbre”. El jazz sí que lo veía, y también algunos
compositores contemporáneos como D. Llorens i Guillaumes, que ya compone para los
dos timbres acústicos distintos del piano ACOUHIB (Acoustic Hybrid Piano).
Pero al final, se convenció de experimentar con algo más. Escogió –además de Joplin i
Gillaumes– a Scarlatti y Prokófiev. Scarlatti porque es previo a la afinación “bien
temperada” de Bach. En aquella época, la afinación no era tan “digitalizada”, no era
tan exacta sino más natural, libre, personal. Cada afinación tenía su propia
particularidad. También la sonoridad de Prokófiev, más cercano a nosotros, resulta
muy interesante en la búsqueda de nuevas texturas sonoras. Interpretado en este
piano, “me ha abierto otra dimensión”, afirma Fedor.
En el próximo concierto (el 14 de mayo) quiere arriesgarse más y probar con un
romántico: Chopin. “En este primer concierto fui a lo seguro porque tuve pocas
oportunidades de ensayar.” ¡Solamente pudo ensayar con el timbre nuevo dos horas
antes del concierto!
Se emociona ante el entusiasmo de Sergey hacia el proyecto. “Sergey está convencido
de su idea. Al principio la gente se resiste, pero insistiendo salen cosas”. Esta nueva
sonoridad, la profundidad del nuevo timbre, puede abrir nuevos campos en el mundo
musical que, por desgracia, hoy en día está bastante cerrado. “Tal como nos hemos
acostumbrado al pedal del medio, que en un primer momento parecía una locura, nos
podemos acostumbrar al nuevo pedal y a su amplia gama de posibilidades”.
Fedor me cuenta un poco su trayectoria musical. “Me desengañé un poco con el
mundo de la cultura, porque no me permitían tocar lo que quería. Ahora soy un
amateur y tengo el lujo de poder escoger”. La música es libertad. La libertad de tocar lo
que se quiere y de experimentar con nuevas sonoridades.
“Actualmente, hay muchas personas que programan conciertos sin saber casi nada de
música. Deciden lo que quiere el público, y el público acaba queriendo esto porque no
se le ofrece nada más.” Trabajar con el proyecto del ACOUHYB es la posibilidad de
saltarse la figura del programador.
Sergey le da libertad para interpretar lo que quiera. Es la única manera de que el
músico exprese lo que siente realmente. Solamente así se puede transmitir el amor a
la música. Este amor que haría a Fedor tocar aunque no hubiera nada más en el
mundo. Este amor a la música que comparte mediante, precisamente, la música.
Solamente en este clima se puede romper la barrera superficial de intermediarios y
factores extraartísticos que embrutecen el mundo de la música, y se pasa a hacer
música, más allá de la afinación de la sociedad de hoy, una afinación quizá demasiado
encorsetada. Música pura, libre, alejada de programas y afinaciones prefijadas. “Y si no
quieren escucharme, son libres de no hacerlo”. La música es más que eso.
Comments